A su regreso al continente europeo tras el enorme éxito cosechado en el cameponato del mundo de Fórmula 1, Kimi Raikkonen, después de aterrizar en el aeropuerto de Zurich, ha hablado ante los medios, sin ocultar su tremenda alegría, pero sin olvidar tampoco la humildad...
y las buenas maneras que suelen caracterizar sus apariciones públicas y su comportamiento, tanto dentro como fuera de la pista:
"Fue una gran carrera y creo que jamás había experimentado esas emociones en el cockpit. Todo fue a la perfección. ¡Fue como un regalo de cumpleaños del cielo! Podríamos haber seguido un ritmo más intenso, y quiero darle las gracias de nuevo a Felipe por su apoyo: hizo lo que pudo, es como un compañero de equipo perfecto. Como equipo no podríamos haber hecho más que un doblete, pero cuando habíamos cruzado la línea lo importante era saber en qué puesto había entrado Hamilton. Pedí información por radio, pero hubo silencio durante un par de segundos: ¡finalmente Chris me dijo que había llegado séptimo y mi corazón casi arde en llamas por la felicidad! Eso es: ¡ahora somos campeones del mundo!", ha declarado el piloto de Ferrari.
Después de una temporada agitada, tortuosa y, a veces, desagradable, el piloto finlandés, el campéon del mundo, viene a recordarnos y a darnos ejemplo de los valores que han de ser cosustanciales al deporte y que deben impregnar su práctica cotidiana. El compañerismo, la lealtad, la amistad, la humildad, la generosidad, la honestidad, el tesón, el trabajo, la tenacidad, la fe en la victoria y otros muchos que, aunque suenen a palabras vacías, han hecho que esta temporada se convierta en una aleccionadora fábula en la que aprender algunas cosas que merecen la pena y actitudes a descartar.
Hoy todos simpatizamos un poco más que antes con Kimi y tenemos mejor imagen aún del histórico equipo de Maranello. Razones hay para ello.